jueves, 16 de abril de 2009

Rosa de Lima, la más bella rosa que ha producido nuestro continente, y la primera Santa mujer americana declarada por la Iglesia Católica, nació en Lima Perú en el año de 1586 en el hogar de Don Gaspar Flores y Doña Maria de Oliva.

La vida de esta santa, se desarrolló dentro del ritmo simple y religioso de la sociedad de Lima: Santa Rosa pasaba el mayor tiempo posible en la casa con sus hermanos menores, ocupada en los quehaceres domésticos o en la oración. Aunque no era la mayor de los hijos, se propuso ayudar generosamente en el sostenimiento de su hogar. Tenía distribuido el día entre la oración, el trabajo y unas pocas horas de descanso.

Entre sus principales virtudes se señalan la obediencia que practicó desde muy niña hasta los últimos días de su vida, cuando amorosamente pidió la bendición y el perdón a sus padres y confesores.

La humildad fue otro de los valores que cultivó, pues en una época de exageraciones piadosas, Rosa apareció como un ejemplo de sencillez, no obstante la abundancia de penitencias que se imponía.

LA FRASE DEL COLEGIO

“Fuera de la Cruz,
no hay camino por donde
se pueda subir al cielo”

EDUCACION

Orientamos esta misión hacia una educacion integral de la persona en todas sus dimensiones, formamos y vigorizamos la conciencia del compromiso por la verdad, la justicia y la solidaridad con la fuerza de Jesucristo, Palabra de vida, con la comunidad educativa y las comunidades locales.

FUNDADORA

Madre Magdalena Sánchez Pérez

¡Una mujer que descubrió la Misericordia Divina y fue profundamente humana!

Nació en Valdivia, Antioquia el 2 de Noviembre de 1900 y entró al Reino de los Cielos a compartir la Gloria de Cristo el 27 de Septiembre de 1985.

Desde joven consagro su vida al Señor, viviendo sus compromisos sacramentales con admiración de su familia, de la comunidad escolar y parroquial. Siempre fue consciente de su dignidad de "hija de Dios", adquirida en el sacramento del Bautismo y de su compromiso de ser testimonio de Cristo, de transformar el mundo y servir a la Iglesia.

El espíritu de Jesús, alma de la Iglesia, la impulsó a identificarse con sus sentimientos y con su misión Apostólica. Atraída por la vocación de misionera y atenta a la situación de marginación en que vivían las jóvenes en su momento; las pocas oportunidades que tenían las niñas del sector rural para su formación y la necesidad de una catequesis para las familias de escasos recursos, se siente llamada e inspirada por el Espíritu Santo a ser, respuesta de amor y servicio, a este clamor del pueblo, fundando la Congregación de las Hermanas Misioneras de Santa Rosa de Lima, con el apoyo y asesoría de Monseñor Maximiliano Crespo, Arzobispo de Popayán.

Nutría su vida espiritual en la contemplación y celebración de Misterio Redentor, la devoción a la Santísima Virgen y a Santa Rosa de Lima. Confiada en la Divina Providencia, extendió su gran espíritu misionero a las obras de caridad como: colaboración pastoral en las parroquias, acompañamiento a las personas de la tercera edad, asistencia a los enfermos, guarderías, educación y promoción a la mujer.